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En esta nueva entrega hablaré de un soldado finlandés llamado Simo Häyhä, el francotirador más letal de la Segunda Guerra Mundial. Si observamos fotografías de él durante la contienda, veremos un hombre de escasa estatura ya entrado en la treintena (apenas sobrepasaba el metro y medio de estatura).
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En las imágenes, las dificultades de la guerra parecen dotar a su rostro redondeado algunos años más de los que en realidad aparenta. Pero su amplísima sonrisa, casi omnipresente en las instantáneas tomadas en aquella época, denota una personalidad cargada de humildad, tesón y sacrificio. Unos ojos de pequeño tamaño, rasgados, casi cerrados, se contraponen a sus dientes, que iluminan las instantáneas.
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A primera vista, Häyhä suscita inteligencia y valentía. Cualidades que definieron a este francotirador que mantuvo en jaque a varias unidades del Ejército Rojo.
"Hice lo que me ordenaron de la mejor forma que supe. No existiría Finlandia si otros no hubieran actuado del mismo modo"
Estas palabras aparecieron en 2001 en una publicación finlandesa (revista Helsingin Sanomat) y han grabado su huella en la Historia. Una huella indeleble, ya que su protagonista, que en aquel año 2001 nos relató su experiencia en la Segunda Guerra Mundial, estaba a punto de fallecer. Lo haría el 1 de Abril de 2002 a la edad de 96 años. A sus espaldas dejó una de las gestas personales que más fascinación han despertado en mí a lo largo de estos años de lectura, investigación y divulgación.

Simo Häyhä en su juventud.
Infancia y juventud.
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Simo nació a finales de 1905 en Rautajärvi, modesta población cerca de Tampere. Creció en un entorno agreste, marcado por la dura climatología finlandesa. La granja de su familia, en la que sus padres vieron crecer a Häyha, también fue testigo de la presencia de otros siete hermanos más. Al igual que él, sus hermanos mayores (Simo fue el segundo más joven de todos), tuvo que trabajar duro para sacar adelante la economía familiar. Sobra decir lo complejo y sacrificado del trabajo que le tocó desempeñar tanto a él como a sus hermanos y progenitores.
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Pronto despuntó como un excelente cazador. Desde joven se mostró diestro al gatillo de las armas con las que dio caza a múltiples presas, entre las que destacaba su pieza favorita: el zorro (animal difícil de cazar por su rapidez, agilidad e inteligencia). Durante años depuró la técnica hasta que llegó a sorprender a familiares y aldeanos. Una técnica que, sin él aún saberlo, le resultaría de gran utilidad en la Segunda Guerra Mundial…
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Esta entrega al completo, y muchas más, disponible en mi reciente publicación titulada «Soldados. Hazañas y batallas».
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Ⓟ y Ⓒ Daniel Ortega del Pozo
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PD 1: Si disfrutaste de este episodio histórico, te espera mucho más en mis novelas. Puedes acceder a ellas en: Mis libros.
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PD 2: Aquí mi intervención en el programa de radio «Informe Enigma» donde, de la mano de Jorge Ríos, detallamos la biografía de Simo Häyhä. La «Muerte blanca».