En la entrega anterior de “Curiosidades bélicas” detuvimos el tiempo en un momento crucial de la Primera Guerra Mundial. Nuestro protagonista, el comandante Charles W. Whittlesey, rodeado junto a sus hombres por un ingente número de soldados alemanes, acaba de recibir la devastadora noticia de que un intento de ruptura conducido por uno de sus oficiales ha fracasado… Sumidos en la mayor de las incertidumbres, al amparo de la densa floresta que configura el bosque de Argonne, ¿podrán sobrevivir sus hombres, además de él mismo, a la salvaje batalla en la que se han visto arrastrados a pelear a vida o muerte?
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El destino de un buen número de soldados de la 77ª División de Infantería de los EE.UU. pende de un hilo…
Otra protagonista legendaria del combate en Argonne.
Whittlesey, al igual que otros oficiales de su unidad, porta una Colt M1911. Esta pistola es una arma semiautomática alimentada por cartuchos del potente calibre .45 ACP. Su cargador alberga siete dispuestos en hilera. Con el enemigo al acecho por todas partes, el propio comandante bendice en silencio al diseñador de armas John M. Browning, quien desde comienzos del siglo XX comenzó a ingeniar una pistola fiable y duradera, nada que ver con el viejo revólver Colt M1892, cuyas deficiencias quedaron patentes en la lucha que Estados Unidos y Filipinas mantuvieron allende los mares. La M1911 es harina de otro costal. Es una pistola fiable, de plenas garantías para su usuario, pues en este tipo de guerra que a veces se libra cuerpo a cuerpo, un fallo puede resultar fatal.
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La M1911 que acaricia, revisa y limpia para hacer tiempo hasta el próximo ataque lanzado por los alemanes, es el arma de dotación adoptada por el Ejército de los Estados Unidos en Marzo de 1911. Esta pistola recibió la denominación de “Colt Caliber .45 Automatic Pistol – Model of 1911”. El recorrido de la Colt ha sido tortuoso, pero firme, hasta llegar a ser el arma en cuyo diseño albergan sus anhelos de supervivencia tanto el propio Whittlesey como los oficiales y suboficiales que le acompañan.
Anuncio promocional de la Colt M1911 en la revista Munsey’s Magazine.
El rumor de la batalla se acerca. Es inevitable la nueva acometida alemana. Tras comprobar que el cargador está completo, lo inserta en el interior del Colt y lo deja montado. Respira profundamente y espera. Afianzado con fuerza en la mano, el doble seguro de la Colt garantiza que no se produzcan disparos accidentales entre quienes le acompañan. Hay demasiadas manos temblorosas. No es para menos. Ya se escuchan las pisadas de los soldados alemanes. Se aproximan entre la floresta como sombras fantasmales.
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En esta nueva acción defensiva que encabeza el propio comandante Whittlesey decide actuar por sorpresa. Va a dejar que el enemigo se acerque hasta el alcance efectivo de su pistola, unos 40 – 50 metros de distancia. Una vez las tropas alemanas entren dentro del rango de tiro, todos sus hombres dispararán al unísono para desatar una tormenta de fuego sobre los atacantes. Fusiles, ametralladoras, granadas de mano y pistolas están preparadas.
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¡Los germanos rebasan la línea imaginaria que delimita el campo de muerte! ¡Se escucha la orden de fuego a discreción! Como otras tantas, la Colt M1911 de Whittlesey comienza a escupir plomo sin otorgar concesión alguna a un enemigo cogido por sorpresa. Las líneas grisáceas conformadas por los alemanes comienzan a desdibujarse. Hay cuerpos que caen de bruces horadados por las balas. Otros optan por arrojarse al suelo para garantizarse una mínima oportunidad de salir de allí con vida. El sonido de las detonaciones resulta ensordecedor…
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Esta entrega al completo, y muchas más, disponible en mi reciente publicación titulada «Soldados. Hazañas y batallas».
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Ⓟ y Ⓒ Daniel Ortega del Pozo
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