Imagínese que, por azares del destino, termina delante de una mesa de reclutamiento del Ejército Británico poco después de estallar la Segunda Guerra Mundial. Si en primera instancia tratamos de trazar un perfil de soldado, seguro que al lector se le pasa por la mente la figura de un joven entusiasta con ganas de acción y aventuras, tal vez con cierto patriotismo corriendo por sus venas, e incluso con un sentido del deber bien arraigado en sus entrañas.
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Pues bien, en el caso que nos atañe, más bien sucedió todo lo contrario. En esta entrega de “Curiosidades bélicas” relataré las peculiares hazañas de Jasper Maskelyne, nacido en Londres en 1903. Por tanto, a la hora de visualizar a este soldado, nos tenemos que meter en la piel de alguien que rozaba los cuarenta años. Menuda sorpresa, ¿no es así? Pues aún no hemos empezado con su periplo bélico...
Dicen que el ingenio se lleva en los genes.
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Pues así pareció confirmarlo Jasper desde su juventud. Nieto de John Nevil Maskelyne, ilusionista e inventor, responsable de la firma de máquinas de escribir Maskelyne, Jasper destacó en el mundo de la magia desde su juventud y consolidó su carrera en años sucesivos. Ya en los años 40 era un reputado ilusionista en Inglaterra.
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Jasper Maskelyne.
Una vez se desató la guerra, decidió presentarse voluntario para combatir en las filas del Ejército Británico contra la Alemania de Adolf Hitler. En un principio no lo tuvo fácil, ya que, dada su edad, no reunía el perfil adecuado para servir en las filas británicas.
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Pero él no se rindió y consiguió acceder al Ejército tras demostrar su valía en el arte de la magia. ¿Cómo? Muy sencillo. A la pregunta de: ¿Qué puede aportar usted al Ejército?, él respondió: “Puedo ocultar cosas”.
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Y así fue. Entre otros trucos, pudo hacer desaparecer de la vista varias ametralladoras ante la perpleja mirada de los oficiales y suboficiales que evaluaron sus aptitudes para incorporarse a las filas de su Majestad.
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En algún momento aseguró: “Si puedo engañar a unos espectadores a pocos metros, puedo perfectamente engañar a los alemanes a cientos de millas”. La oficialidad no lo dudó. Poco después, era admitido para combatir contra los alemanes…
Esta entrega al completo, y muchas más, disponible en mi reciente publicación titulada «Soldados. Hazañas y batallas».
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Ⓟ y Ⓒ Daniel Ortega del Pozo